miércoles, 23 de abril de 2008

lunes, 21 de abril de 2008

Vida Nueva, y la vida de nuevo

Me sorprende que la última entrada de este blog sea de hace 11 días ya.
Luna tiene 18 días, parece que fue ayer, parece que fue hace una semana, y parece también que no fue, que es una ensoñación, que la "otra" vida está ahí, en reposo, dispuesta a regresar y ser como siempre, como antes.

Estoy retomando el trabajo. Esta semana será la primera semana en lo que va del año que daré todas las horas de clase programadas, de lunes a viernes -sin inicio postergado, sin clase suspendida, sin feriado, fin de semana largo, semana santa y, obviamente, con la "licencia por paternidad" concluida-.

¿Es esa la vida de nuevo? ¿Retorna?
Cierro la puerta de mi estudio.
Luna y su madre duermen en la habitación. O dan y toman teta, o están a punto de desayunar.
Ignacio se concentra en el trabajo.
El padre empieza entonces a ocupar su lugar.

jueves, 10 de abril de 2008

por la mañana

Duerme Luna.
Sonríe en sueños, porque es muy chiquita para sonreír despierta.

Dice Caro que yo hablé en sueños anoche.
Soy muy grande para sonreír dormido.

Mi hija abrió sus ojitos. Por ahora, cuando ella hace eso, yo no puedo mirar la pantalla.

miércoles, 9 de abril de 2008

Mi hija

Luna la pequeña, Luna la bella,
Luna, mi hija Luna, duerme a mi lado.

Tengo 39 años.
Soy padre, finalmente.

No se trata de saber, ni se trata todavía de entender.
Sólo sé que empecé a conocerla. Y que en el nombre de mi hija está toda mi paternidad: mi hija. Mi hija.
Esta cosita que empieza a desperezarse (y desesperarse esperando su teta) es mi hija.
Mi hija Luna.

No pueden entrar más besos en un cuerpito tan pequeño.

Pero no es tanto su belleza mínima, inmensa. Es ese nombre, Luna, como Caro y yo la nombramos desde antes de su llegada.

Y sobre todo, es ir diciendo, de a poco, día a día, minuto a minuto: "mi hija". Esta es mi hija.
Nombrarla es ir convirtiéndome en padre.

Y nació Luna

Sí, claro. Ahora (y por el resto de mi vida) se trata de esto. Nació Luna Apolo Álvarez. Su historia ya está registrada en fotos, tiernas, maravillosas... Click aquí http://picasaweb.google.com/apolo.ignacio o en la columna izquierda de esta pantalla (álbum de fotos).

NACIÓ LUNA
Salió la luna.
la luna y el sol.
NACIÓ LUNA.

Duerme suavemente en su cochecito junto a mí ahora. Seis días después. Y perfuma de bebé toda la vida.

martes, 1 de abril de 2008

Sobre En la cama, de José María Muscari

Viernes Santo, 23.30 hs. Altas horas de la noche para una embarazada de ocho meses. Mi cuñada nos dijo hace meses “el embarazo es la tarjeta Gold: te atienden rápido, no hacés colas, la gente se apiada”.
Puede ser.
Es.
Pero la tarjeta funciona por visibilidad.
Y en una primeriza como Caro, hasta el último mes habría que haber puesto un cartel que dijera “mire esta panza, bebé a bordo”.
Por suerte, el viernes santo ya estábamos de ocho meses y la panza relucía sus dorados. Los chicos de la puerta nos hicieron bajar a la sala antes de abrir las puertas, y sentarnos en primera fila (casi con las patas sobre el escenario).

Mónica Ayos anuncia, a las 23.35 “En la cama empieza HOT!” Verdad (¿verdad?). Digo directamente lo que me llama la atención de En la cama después de haber visto (y comentado) Fetiche, lo anterior (y simultáneo) de José María. Los procedimientos disparatados y expresivos de la obra anterior (la multiplicación de un personaje en seis actrices de diversa edad, físico e incluso sexo) no hacían en mí más que resaltar el efecto de realidad, la realidad que incluso el propio cuerpo real de la protagonista (que entró en el estreno junto a JM al inicio de la obra) no hubiera hecho tan visible. En esta obra, el realismo del planteo (exacerbado por la planta escénica de “realidad” detallada –cama, dormitorio, vestuario, objetos, etc–) no hacía en mí más que destacar la irrealidad de la acción.

El público no habituado al teatro de Muscari, que lo descubre porque va a ver a los actores a la calle Corrientes, descubre un universo particular, un modo de hacer, de ser, de mostrar, de seducir al público. Ríe. Suspira excitado con el pico de las dos chicas y aúlla, brama, con el chupón homo de Walter y Gerardo en el momento explícito, hot, de la obra.

Yo (en arbirtraria representación de los que vimos varias obras de JM) también río y disfruto y pienso. Pero siento que hay algo no del todo hecho, no del todo puesto. Algo quedó (¿en el punto de partida, en el punto de llegada?). Hay un borde externo, extremo, que extraño.

JM: gracias por la invitación! Las observaciones de un texto inteligente en manos (y cuerpo) de muy buenos actores facilitan, entregan, hacen teatro.