SAVERIO, REVISTA CRUEL DE TEATRO
#23. DETRAS DE LA IDEA (click aquí para ver revista)
Experiencias sobre la escritura de textos teatrales.
Colaboran: Héctor Levy-Daniel, Ignacio Apolo, Julio Molina y Lautaro Vilo.
DRAMATURGIA DE LA SATURACIÓN
Este
artículo sobrevolará los últimos veinte años para observar la evolución del
concepto de dramaturgia y la reinstalación de su técnica. También, algunos
aspectos sobre los talleres, la expansión de su campo, su saturación y la
persistencia de su “aura” literaria.
Cuando no estábamos donde no
estábamos
Días
atrás, quejándome por la cantidad de borradores de alumnos de dramaturgia para
revisar, el gran Mauricio Kartun me atajó: “bueno, Nacho”, me dijo mientras él
bajaba y yo subía las escaleras de la EMAD, “pensá que hicimos de una
disciplina que prácticamente no existía como materia años atrás, y que en otros
países aún no existe, todo un movimiento”. Kartun fue mi maestro de Dramaturgia
en la primera camada de la Escuela Municipal, veinte años atrás. Desde los
tempranos noventa hasta ahora, mucha agua corrió bajo el puente. Eran los
tiempos remanentes del ochentoso lema “no hay autores” y de la ley criminal de
los directores que enunciaba: “no hay mejor autor que el autor muerto”. Hoy la
dramaturgia está en todas partes: hay dramaturgia del actor, dramaturgia de
grupo, dramaturgia de director, dramaturgia de gabinete, dramaturgia de la no
dramaturgia, y tal vez e incluso, una post dramaturgia. ¿Qué sucedió, a grandes
rasgos? ¿Qué sucede? ¿De qué hablamos cuando hablamos de dramaturgia? Estos son
algunos de los interrogantes que puedo plantear, esbozando en pocas líneas una
precaria respuesta.
Sistema caído: reinstalación y
actualización de la aplicación “Dramaturgia”
Veinte
años no es nada, pero para el profuso ambiente teatral de Buenos Aires es un
lapso que vio emerger y consolidarse, al menos, dos generaciones de creadores
teatrales. La de los noventa, de cuyo surgimiento participé, fue una generación
que “re-instaló la palabra Dramaturgia, reemplazando aquella aurática palabra
“autor” que había sido expulsada del paraíso de los grandes creadores de la
época. El cambio del programa “autor” por la nueva aplicación (de) “dramaturgo”
recuperó para sí una vieja palabra en desuso: la que designaba el oficio
perdido en el tiempo de los clásicos –dramaturgos eran Sófocles, Shakespeare,
Calderón- y la utilizó para cambiar el paradigma. Los dramaturgos, de 1995 en
adelante, fuimos los “nuevos” dramaturgos: aquellos que finalmente venían a detener
y fijar en el pasado, como hito histórico, la evolución de las figuras de
Teatro Abierto y de los masacrados “autores muertos”. Las principales características
de los nuevos eran, dentro de su diversidad, la doble entidad de
dramaturgos/directores y, en ciertos casos, incluso actores, y la ruptura por
estallido de los paradigmas binarios (esto vs aquello), que habían definido las
posiciones estéticas de las décadas anteriores.
En una
segunda fase de este movimiento, tras la implosión de 2001 y la reconversión de
la imagen de país, la dramaturgia se dio por descontada: el dramaturgo/director
fue, en la década pasada, figura dominante, y la nueva generación que emergía entonces
ya no encontró un territorio binario que romper. Era el tiempo de la
multiplicidad y las “micropoéticas”, esos lugares profusos, precarios, visibles
e invisibles, siempre diversos, definidos por el lema “un poco para todos”. Lo
que viene después, en forma incipiente hacia fines de la década, y en avalancha
en la actualidad, de la mano explosiva de las redes sociales y en conjunto con
la descomposición de los viejos centros aglutinantes, es la contaminación del
todo.
Todo es Dramaturgia (la nada
queda)
Este año el
IUNA está culminando un proceso de cambio de plan de estudios para su carrera
de Actuación, la más populosa de las carreras artísticas oficiales. Ese plan
tiene cambios que exceden el alcance de este artículo, pero que incluyen su
tema: dentro de lo nuevo, está la materia “Dramaturgia”.
Las
instituciones burocráticas (un instituto universitario lo es) casi nunca están lejos
de la retaguardia de los cambios de época. El motivo de sus cambios de planes suele
ser más un “aggiornamiento” de los contenidos que un planteo de avanzada. Y
esto toca la noción de “dramaturgia para todos”. Veámosla.
Desde
hace una década, al menos, todo profesor de actuación que abre un taller
privado y pretende ser competitivo sabe que, subsidio por medio, debe/necesita/no
puede no plantear el final de curso como el estreno de una obra con sus
alumnos. No una obra “de autor” o un potpurrí de escenas diversas para mostrar
las habilidades adquiridas; una obra generada en el taller. La dramaturgia del
actor (en este caso, la dramaturgia del estudiante y el profesor) se impone en
los usos y costumbres: participar de un taller de actuación es, en sí mismo, un
“venga y elabore su propia obra”. No se trata de la anticuada y platónica
noción de “muestra”, en la cual se pensaba: ahí están los (grandes) autores, y
esto es lo que los (pequeños) alumnos pueden lograr con esos textos. El texto
dejó de ser una elevada propiedad privada para ser parte/resultado del propio
entrenamiento, y lo que se “estrena” –no lo que se “muestra”- es el resultado
de esa actividad.
Ex cursus
La
dramaturgia, en esta segunda década del milenio, va de suyo: es inherente a todo
proceso de producción teatral, incluyendo la puesta de un clásico. La
dramaturgia es un proceso del actor, del director, del iluminador, del
compositor. De allí que, de prisa antes de que cierre el mercado, la
tradicional Carrera de Formación del Actor incluye Dramaturgia como materia
obligatoria. ¿Qué ha quedado entonces del viejo autor y qué buscamos cuando
vamos a un curso específico de dramaturgia?
Palabras,
palabras, palabras, diría El Bardo.
Tras los
siglos y milenios, en la plenitud del micro mensaje de 140 kraktrs, el aura
literaria persiste en el acto de la escritura. La dramaturgia, entendida como
escritura, es un hecho lateral y autónomo del acontecimiento teatral. Suceda
antes, durante, o después del proceso de puesta, su conversión a texto tiene el
doble impacto de la inspiración y la conservación en formato de alta tradición
poética. En la medida en que se concibe un texto previo, y un actor, director o
músico viene a un curso de Dramaturgia, se pone en primer plano su inspiración
personal: el poeta solitario se saca, un poco apolillado, del arcón de los
recuerdos. En la medida en que se concibe un texto “en transformación”, es
decir, para ser puesto a prueba y modificación en los ensayos con un elenco, el
director, actor, promotor de un espectáculo que viene a un curso de Dramaturgia
busca un modelo (entre varios que imagina que existen en el cielo de las
herramientas) con el cual organizar, encauzar, limpiar los producciones de la
improvisación actoral y su registro. El modelo, sea cual fuere, se vuelca en
palabras escritas en un texto teatral, índice de autoridad y de autoría.
Ese
referente, externo al teatro, condenado a morir para transformarse en cuerpo,
ha pasado de ser la conexión directa entre las musas y el poeta a la condición
de una herramienta, de notable tradición y de notable dificultad en los tiempos
post-textuales de la contemporaneidad, por la que clamamos todos.
Para más información
Actualmente
doy dos materias en la Carrera de Dramaturgia de la EMAD: “Taller de
Dramaturgia”, junto a Mauricio Kartun y Luis Cano, y “Texto y Espectáculo”, que
vincula las producciones producidas en nuestro medio con sus textos. También
soy profesor, junto a con Ariel Barchilón, de los talleres (niveles 1 y 2) de
Dramaturgia del Estudio de Mauricio Kartun (en el ámbito privado), y doy ocho
Seminarios Intensivos de Dramaturgia en el Teatro Machado, de marzo a
noviembre: Monólogos, Improvisación en Dramaturgia, Adaptación Teatral,
Análisis de Puestas en escena, entre otros. Como resultado de un segundo nivel
de estos Seminarios, mis alumnos presentarán en Teatro Machado, de octubre a
diciembre, 9 obras breves en el proyecto especial “9 de obras” –lunes y jueves
a las 21 hs-.
Últimas y próximas producciones
de Ignacio Apolo
Mi último espectáculo, con el grupo con el que
hice Rosa Mística entre 2009 y 2011, está concluyendo la primera temporada de El Mal Recibido, que repondrá en Teatro
Machado en 2014. Mientras tanto, estoy escribiendo mi próximo proyecto teatral,
sobre la Verdad y las formas de actuación, a estrenarse en CELCIT principios de 2014 y
estoy culminando la preproducción de mi obra El Tao del Sexo, coescrita con Laura Gutman y ganadora del premio
Casa de las Américas 2012, que también dirigiré el año que viene.
Por
último, para leer más artículos míos, puede verse el blog La Diosa Blanca: http://la-diosablanca.blogspot.com.ar/