jueves, 5 de junio de 2014

Sobre MARUJA ENAMORADA, de Maruja Bustamante y Vivi Tellas



El lunes fui a ver MARUJA ENAMORADA, de Maruja Bustamante y Vivi Tellas, a El Estepario Teatro (Medrano 484 – tel 2004 6507) Funciones lunes 21 hs. 

Utopía
En el primer capítulo de una extraña y a su modo extraordinaria serie británica llamada “Utopía”, cinco peronsajes que sólo se conocen a través de un foro de internet deciden reunirse y se citan en un pub. A riesgo de arruinar la sorpresa de aquellos que quieran ver el capítulo (a quienes invito a no leer estas líneas), diré que la presentación de cada uno de ellos es, en los minutos iniciales, paulatina: primero conocemos su “identidad” en el foro, tal y como lo hacen sus compañeros, es decir a través del “nick name” o “nombre de usuario” y a través de lo que ese nombre escribe/dice. Así nos hacemos la primera idea del personaje en pocos segundos: el personaje es como se llama, y también es aquello que inferimos por lo que dice de sí mismo y del mundo. Y  por cómo lo dice, porque “decir” es “decir-de-un-modo”, es comportarse.

Una vez que nosotros, espectadores, nos hicimos una primera, sintética y potente idea de quién/qué es cada uno, la cámara los toma. El primero es negro, flaco, algo nerd. La segunda es suavemente pelirroja y bonita; el tercero es oscuro, barbado, bizarro; el cuarto, un prolijo “high-class” que escribe de espaldas a una pileta en su penthouse. Y el último, Grant, es un niño. Pero Grant no se ha comportado como tal, no ha dado señales de ser un niño. Ninguno de los demás lo sabe hasta que, por peripecias de la trama, se enteran. Y entonces se lo recriminan: “¿pero vos no manejabas un Porsche?” “Sí”, responde él, “en mi proyección yo manejo un Porsche, ¿por qué no puedo manejarlo?”
Tiene razón.
O no.

¿Quién es Grant? ¿Es alguien? ¿Es un niño? ¿Tiene un Porsche?

Dice Maruja, el personaje de MARUJA ENAMORADA: “soy Maruja Bustamante”.
Dice el personaje: “sufro de erotomanía; es decir: todos se enamoran de mí”.

¿Quién es Maruja? ¿Quién la ama? ¿Quién la ve?

Sintesis Argumental
La reconocida dramaturga, directora y actriz del teatro independiente de Buenos Aires, Maruja Bustamante, relata, revive y exhorciza fragmentos de su biografía amorosa, entre canciones, fotos, videos y objetos. La acompaña Iti el Hermoso, quien, por supuesto, está enamorado de ella. Como yo.

El lazo de Hamlet, el oscuro
La relación entre el teatro y la verdad, el conocimiento, e incluso el autoconocimiento, es un tema que ha recorrido buena parte de los veiticinco siglos de su historia. Aquí mencionaremos un aspecto que aparece en su tempranísima juventud griega, otro  –o tal vez el mismo- que es observado y puesto a prueba por la enérgica madurez isbaelina, y una variación curiosa y templada, hija del optimista siglo diecinueve. Vamos por partes.

“El drama será el lazo con el que atraparé la conciencia culpable del rey”. La frase pertenece a una escena clásica del barroco shakespereano: Hamlet tiene que vengar la muerte de su padre, matando al rey Claudio, su tío, usurpador del trono y de la cama de la reina, su madre. El mandato lo recibe de un fantasma que no sólo él, sino su mejor amigo Horacio y dos guardias de la fortaleza-castillo de Elsinore, ven. El fantasma, enorme portento, le habla varias veces y lo conmina a la acción. Pero Hamlet duda. Es decir: no sabe si creer. Entonces se hace el loco, para sacar de mentira verdad. Y lo logra: ve cómo el rey manda a espiarlo, ve cómo se cierra el complot. Pero sigue dudando. Y entonces llegan a la corte los actores. Y él ve lo que los actores hacen con la ficción: ve cómo el actor se conmueve –fingiendo, es decir: actuando conmoverse- al recitar la tragedia de Príamo, y se pregunta cómo él mismo, que tiene razones “de verdad” para verter lágrimas, no puede hacerlo. Y allí resuelve: los actores “actuarán” frente al rey, sin que el rey lo sepa de antemano, el asesinato de su padre. Y él, Hamlet, observará al rey mientras el rey observa a los actores actuar su crimen. Y así, ficción mediante, atrapará la verdadera conciencia del asesino y traidor.

Hamlet ve fantasmas y duda. Hamlet ve evidencias y duda. Pero Hamlet ve la actuación, y cree. Y a través de la representación atrapa una conciencia. Da fe.

La función del arte isabelino, la función del teatro declarada por el mismo Hamlet en la enorme pieza de Shakespeare, es poner un espejo a la naturaleza para mostrar su verdadera imagen. Esa “naturaleza” es la verdad, la más profunda verdad, y solo se revela en el espejo, en el artificio de la imagen.
MARUJA ENAMORADA es, en ese sentido, un relato ficcional que devela una verdad profunda que no podía ser vista. ¿No podía ser vista? ¿Cómo? ¿No se trata acaso de historias verdaderas tomadas del material biográfico de la actriz? ¿Por qué “ficcional” entonces?

Bueno. ¿Grant es un niño? ¿Yo soy lo que digo que soy?

Saber o no saber
Nuestra biografía es un relato. Es lo que contamos que hemos vivido. Es el modo en que lo contamos. Es lo que creemos que hemos vivido.

Hacia el final de la tragedia Las bacantes, de Eurípides, la reina Ágave, en un estado alterado de conciencia, exhibe la cabeza de Penteo, su propio hijo descuartizado por ella misma, como si se tratara de la cabeza de un animal. El viejo y sabio Cadmo tiene el poder de “curarla”, de hacerla volver a la razón. Pero eso significa hacerla comprender que ha matado a su hijo, y entregarla al dolor de vivir con esa conciencia el resto de su vida. Entonces Cadmo duda. Se pregunta si es mejor saber, si es mejor ser conscientes de nuestros actos, de sus raíces y de sus consecuencias.

Y resuelve que sí. Que es mejor que la madre sepa. Y le devuelve la “razón”. Y con ella, la desesperación.
Cadmo le cambia a Ágave un relato (maté a un león y aquí está su cabeza) por otro: maté a mi hijo, y aquí estoy yo. Ambos relatos son biográficos. Saber o no saber. Vivir o no vivir.

En las grietas del relato biográfico de MARUJA ENAMORADA se cuela el dolor. ¿Qué es mejor para nosotros?

El Tao del Sexo
Al final de un hermosísimo ensayo de El Tao del Sexo[1] esta tarde en el Cervantes, con Majo Gabin y Raúl Rizzo, charlamos con Laura Gutman, la co-autora, que nos visitó. Yo les hablé de lo que denomino “teatro terapéutico”, que es aquel teatro –muy presente en las postrimerías del siglo diecinueve y primera mitad del siglo veinte- que confía en la siguiente premisa: los personajes, en el climax de la obra, podrán finalmente decir y confrontar con la verdad (o su verdad), y esto los destruirá o los sanará. Esa verdad suele ser emocional, social y personal al mismo tiempo; es la confrontación –biográfica- de Nora Helmer ante Torvald en el clásico de Ibsen: mi vida entera y sobre todo mi matrimonio, ha sido un juego / un relato, en el que yo era una nena y vos mi tutor. Qué quiero: ser adulta. Y por eso me voy.

El Tao del Sexo no opera con esa confianza milagrosa en el poder de la confrontación dramática. No cree que el escenario resuelva, no cree que la escena finalmente cure o destruya. Pero deja la posibilidad latente, para que el espectador se la lleve.

Al final de MARUJA ENAMORADA  mi mujer, Carolina, los ojos bañados en lágrimas, me dijo: “quiero abrazarla”.

La biografía humana
Valga esta atípica reseña (de una hermosa y atípica obra), para recomendar el libro de mi amiga Gutman, “La Biografía Humana”. Es un libro sobre un método de indagación personal que parte de una premisa, si se quiere, teatral: el patriarcado nos fuerza a todos a construir un “personaje” desde la primera infancia, para poder sobrevivir a su terrible desamparo; un personaje hecho de palabras de otros que responde al deseo de otros, y del que no somos conscientes.

La respuesta de Eurípides al libro de Gutman sería: “es mejor saberlo, es mejor descubrir de qué estamos hechos”.
La respuesta de Hamlet sería: “el teatro nos permite atrapar esa conciencia”.
La respuesta de Ibsen sería: “si podemos decir de qué estamos hechos, podemos cambiarlo”.

La respuesta del biodrama, la dolorosa respuesta de MARUJA ENAMORADA (y a su modo de El Tao del Sexo) es más simple, material y urgente:
“Aquí estoy: este es mi cuerpo, este mi relato”.

Que el espectador, su corazón y su conciencia, puedan tomarlo.


[1] Actualmente en ensayos. A estrenarse en el Cervantes el 4 de julio.