La caja
En 1997, en el mítico Callejón de los Deseos, Luis Machín y Alejandro Catalán, bajo la dirección de Omar Fantini, estrenaban una extrañísima pieza teatral que se convertiría en un clásico probado por una rúbrica curiosa y, a mi juicio, inédita: su público, a lo largo de los años, la rebautizó bajo otro nombre. La obra en cuestión trataba sobre dos queribles personajes de lenguaje y cuerpo quebrados, que trataban, dentro de una caja que alguna vez contuvo una heladera, de reconectar un aparato doméstico –probablemente una TV con antena aérea-. Debido a un cortocircuito, uno de ellos pasaba a la otra dimensión –al más allá-, y desde allí permanecía conectado en escena. La obra se llamaba Cercano Oriente y, personalmente, nunca desde entonces volví a ver a dos actores concibiendo y ejecutando con tanta precisión un lenguaje alternativo de semejante eficacia. Sólo chispean en mi memoria, por distintos motivos –siempre celebratorios- un fragmento de Varios pares de pies sobre piso de mármol (aquella versión de obras de Pinter que Rafael Spregelburd adaptara un año antes, en el Centro Cultural Borges, con el inefable Machín de protagonista), en el que Luis jugaba, vestido de smoking, a una especie de ping pong con pelota de tenis. También un fragmento de La pesca, de Ricardo Bartís, donde el mismísimo Machín salía al balcón a remedar a un Perón de manos amputadas que saludaba, risueño, a los “compañeros” en la plaza. Y, por supuesto, a Carolina Tejeda, sola en la planicie y en el tiempo, desgranando Harina, de Podolsky.
Cercano Oriente, la querible, la inolvidable, fue rebautizada como “La caja”, y la dupla Catalán/Machín la siguió ofreciendo aquí y allá, en un rincón de Buenos Aires, en una sala de Rosario, en una gira por Francia, en Caracas, en España, hasta 2005. Desde entonces, guarda silencio.
Harina (2005, de Tejeda y Podolsky - click sobre el nombre) se organizaba en una casa cuadrada con una especie de ventanal cuadrado, y dos espacios que referían el recorte en la llanura perdida del tiempo y el olvido. En Aureliano regresa esa caja escénica cuadrada que recorta el espacio, con el ventanal ahora al costado, por el cual sólo puede huir el recuerdo, para volver. Y porque esta obra es consciente de su teatralidad y de sus referencias, la caja, la caja de cartón, la de las heladeras y los hombres refugiados en ellas, retorna como cita y como imagen, junto al colchón y la vida de la mujer que narra.
Síntesis Argumental
Una mujer de mediana edad acaricia recuerdos y los interroga. Sola con su colchón, sus vestidos y su planta, permanece acompañada. La compañía es la palabra, el pensamiento, la música y un cuerpo incómodo y secreto.
Una mujer de mediana edad acaricia recuerdos y los interroga. Sola con su colchón, sus vestidos y su planta, permanece acompañada. La compañía es la palabra, el pensamiento, la música y un cuerpo incómodo y secreto.
El tiempo
No es casual la insistencia sobre Harina, ni en este artículo sobre Aureliano ni en las reseñas de la crítica y la prensa. Aureliano comenta Harina. La primera establece un lenguaje, un modo de decir, un modo de habitar, un modo de teatralizar. Aureliano, al comentarla, lo indica, lo establece. Digámoslo como fórmula: como el Kafka de Borges, Aureliano crea a su precursora. La sensación es aquella: en cualquier momento el vestido se transforma en diapositivas, la planta en harina, Roxana en Carolina.
No es casual la insistencia sobre Harina, ni en este artículo sobre Aureliano ni en las reseñas de la crítica y la prensa. Aureliano comenta Harina. La primera establece un lenguaje, un modo de decir, un modo de habitar, un modo de teatralizar. Aureliano, al comentarla, lo indica, lo establece. Digámoslo como fórmula: como el Kafka de Borges, Aureliano crea a su precursora. La sensación es aquella: en cualquier momento el vestido se transforma en diapositivas, la planta en harina, Roxana en Carolina.
Por qué subimos una montaña
Comparativamente, la primera es el clásico, la segunda una variación. El valor es el lenguaje, que Román cristaliza. Se lo discuto a cualquiera. Aureliano tiene momentos mágicos, perlas como la reflexión metafórica sobre el trekking o ese destilado perfume chik lit de la relación entre los vestidos y los estados de ánimo. También tiene momentos de fuerte incongruencia, como la conversión en cuerpo=chamamé de lo que era una vaga y notable referencia fronteriza al Paraguay. Insistir en la figuras hasta tornarlas ilustrativas es un riesgo asumido pero ese riesgo vale la pena: también se lo discuto a cualquiera. El “modo Podolsky” –como aquella matriz Open House de principios de la década que se recicla en todo o como las variaciones sobre Raymond Carver que saturaron los 90 y salpican el presente- merece ser seguido de cerca. Yo lo sigo.
Comparativamente, la primera es el clásico, la segunda una variación. El valor es el lenguaje, que Román cristaliza. Se lo discuto a cualquiera. Aureliano tiene momentos mágicos, perlas como la reflexión metafórica sobre el trekking o ese destilado perfume chik lit de la relación entre los vestidos y los estados de ánimo. También tiene momentos de fuerte incongruencia, como la conversión en cuerpo=chamamé de lo que era una vaga y notable referencia fronteriza al Paraguay. Insistir en la figuras hasta tornarlas ilustrativas es un riesgo asumido pero ese riesgo vale la pena: también se lo discuto a cualquiera. El “modo Podolsky” –como aquella matriz Open House de principios de la década que se recicla en todo o como las variaciones sobre Raymond Carver que saturaron los 90 y salpican el presente- merece ser seguido de cerca. Yo lo sigo.
Paraguay y el catch
Paraguay es la frontera evocada. Harina era el desierto de Sarmiento, que murió en el Paraguay. Aureliano es El viaje de Chihiro, que nos retorna al living. El cuerpo masculino es muy raro, pero es innegable: está allí, y emite su diferencia. La caja golpeada por una tela femenina que provoca la huida de un varón por la ventana lo justifica todo –incluso el catch, que se me escapa-.
Paraguay es la frontera evocada. Harina era el desierto de Sarmiento, que murió en el Paraguay. Aureliano es El viaje de Chihiro, que nos retorna al living. El cuerpo masculino es muy raro, pero es innegable: está allí, y emite su diferencia. La caja golpeada por una tela femenina que provoca la huida de un varón por la ventana lo justifica todo –incluso el catch, que se me escapa-.
Berco y Pecoraro
Esto es anecdótico y notable. Vinieron a la función China Zorrilla, y también Susú Pecoraro. No me digan que Roxana Berco y Susú no parecen hermanas. Son una talentosa variación, una de la otra y viceversa. De lo mejor.
Esto es anecdótico y notable. Vinieron a la función China Zorrilla, y también Susú Pecoraro. No me digan que Roxana Berco y Susú no parecen hermanas. Son una talentosa variación, una de la otra y viceversa. De lo mejor.
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