miércoles, 9 de marzo de 2011

Sobre GENEALOGÍA DEL NIÑO A MIS ESPALDAS

El domingo fui al estreno de GENEALOGÍA DEL NIÑO A MIS ESPALDAS, dirigida por Vilma Rodríguez, a NoAvestruz (Humboldt 1857 / reservas: 4777-6956). Domingos a las 17.30

Lo breve

La reseña anterior hablaba de una obra cuyos propios realizadores designan como “diminuta”. Diminuta ceremonia poética para 25 personas, transcurre en la habitación del fondo de una bella casona, un domingo a la tarde. “Rosa Brillando”, escribía yo hacia el final, “hermosa, sensual, sutil invocación, se inclina sobre su propio decir”. Un decir femenino, una invocación de placeres y presencias.

Como espejo invertido, Genealogía del niño a mis espaldas, sin conocerla parece comentarla. Es también una obra breve, a su modo poética. No dura más de cuarenta minutos y transcurre un domingo a la tarde en un espacio lleno de encanto. Se inclina también sobre su propio decir; un decir masculino, una invocación de dolores y ausencias. Desde lo interior, Buenos Aires parece tener ahora lugar para estas pequeñas piezas de encantamiento.

Mi hijo, mi padre, yo

Una década atrás quizás no había tal espacio. La primera puesta en escena de esta obra, dirigida por Vilma Rodríguez, vio la luz en el Festival del Rojas más de diez años atrás, dentro de un ciclo que tenía como antecente aquel “género chico” curado por Rubén Szuchmacher, para cuya convocatoria escribí la pieza de un tirón un domingo a la tarde. Yo no era padre aún; el “niño a mis espaldas” parecía ser, a todas luces, yo mismo.

Ahora, esta misma tarde, el pequeño Vicente agita y aporrea desde el útero la panza de Carolina y no la deja en paz. Mi hijo varón nacerá a fines de abril o principios de mayo. Para él y para aquel niño que fui, para el varón que sin dejar de mirar a su padre espera ser llamado papá por otro hombre, para los padres y madres que fueron y los que vendrán, para toda nuestra niñez, para las reflexiones y las lágrimas del estreno, esta nueva –yo diría, perfecta - puesta de este pequeño clásico.

Síntesis argumental

S.Rz recorre un personal y mítico zoológico, de cuyas jaulas y senderos destila teorías: la transmigración de las almas y la evolución de las especies. Pero tiene un niño a sus espaldas. ¿Quién es ese niño? ¿Su hijo? ¿Él mismo? ¿Un extraño? La infancia, la identidad, la invisible presencia de la muerte se filtran en las grietas de este sutil haiku teatral, pequeña pieza de colección que se reestrena diez años después de obtener el Primer Premio del Certamen Metropolitano de Teatro 2000.

La infancia

Oh, la infancia. Esa temible región naif.

El niño Oscar Ferrero

Genealogía del niño a mis espaldas tiene dos personajes. Uno es un niño. Años atrás, en España, presencié una lectura de la pieza interpretada por dos mayores; el niño, como S.Rz., lucía canas. El efecto (el afecto) del espejo era conmovedor, e inclinaba la interpretación hacia una lectura de la propia identidad. Pensé hasta este domingo que un actor niño no tendría tal vez recursos suficientes para crear o transitar las situaciones sugeridas por el recorrido.

Oscar no solo crea y transita, sino que ilumina zonas que mi prejuicios de autor no habían llegado a imaginar. Para él, todo mi asombro.

El gran Javier Rodríguez

Un actor para el mundo.

Según pasan los años

La obra es una hermosa apuesta actual y también es un homenaje, una mirada retrospectiva. El mismo Federico Marrale re-compone la partitura musical; el mismo Gabriel Caputo hace las luces. El mismo Javier Rodríguez entona a S.Rz, la misma Vilma dirige. La obra parece casi idéntica a lo que fue, pero no lo es. Nuestra prepotencia casi adolescente de una década atrás ha cedido, creo. Creo, como dice Vilma, que ya no somos tan “cancheros”. Creo que aceptamos que ciertas cosas conmueven. Creo que ha llegado para Genealogía el momento justo. Esta pequeña reseña del blog no tiene nada técnico. Es lo que puedo hacer desde la emoción también. Agradecer y recitar, con mi niño en las espaldas, en “voz alta y titubeante”, este poema, para todos ustedes:

El Haiku

Ciruelo de la orilla,
¿de verdad se lleva el agua
tus hojas reflejadas?

1 comentario:

gaby dijo...

El niño ahora duerme.Su madre sigue saboreandose las lágrimas-