jueves, 26 de junio de 2008

Sobre Doble Mortal (ensayo en predio ex ESMA)

El frío domino pasado a la tardecita (las tardecitas de junio empiezan a eso de las 5) dejamos a Luna con sus tíos A y M y fuimos con Caro al Centro Cultural Nuestros Hijos a ver un ensayo con público de DOBLE MORTAL, de Ignacio Apolo (ja), dirección Diego Rodríguez, con el inefable Mario Jursza -quien tal vez me escriba prontamente para preguntarme qué quiero decir con "inefable"- y el preciso Claudio Mendez (quien debería escribirme también para preguntar, che, apolo, que onda "preciso"). Luna berrea y llora en su bebesit a mis pies, no jodan con mucha pregunta, ¿eh?

Todo, una vez más, salió bien allí. Sorprendentemente bien, porque se trataba de un ensayo fuera del espacio habitual de ensayos, en una propuesta espacial diferente a la habitual, y en condiciones acústicas complicadas. Pero presentación (a cargo de Diego), desarrollo (a cargo de actores y Diego) y charla posterior (un poco todos) fueron útiles y reveladores.

En principio, Diego suele aclarar que la obra fue escrita para dos "actores de TV", a pedido de ellos, y a propósito de ellos. Estos actores luego no la hicieron, y los que la hacen ahora, obviamente, o son ellos. Complicado juego de palabras e identidades que, viéndolo en perspectiva, creo que forma parte de la creatividad puesta en juego, o mejor dicho, el juego creativo puesto.

Juego. La palabra se retoma al final, en la charla. La retoma Jursza, el inefable (ok, Mario: inefable debe querer decir algo así como aquello difícil de poner en palabras, pero por lo general es un adjetivo que se aplica a los actores de comicidad sorprendente, eficaz y poco obvia). Decía Jursza que al leer una obra de tanto texto, con tanta situación, fantaseó con "encarnar" la complejidad de los personajes en un sentido interno, profundo, y vaya a saber qué más. Hasta que comprendió, vía Claudio, vía Diego, que tenía que hacerse cargo del juego.

Y lo hace. Lo hacen. Y la obra va. Y va bien.

Hablamos mucho y muchas cosas. Reproducir lo dicho, lo hecho y los pensamientos sobre lo hecho sería escribir una crítica y una carta y un ensayito y todo eso. Mejor irlo hablando.
Sólo quiero decir un par: uno, que la diferencia técnica, estilística y personal de ambos actores se siente y, mejora aún, se disfruta. No todas las obras, ni todas las puestas, toleran diferencias estilísticas sin resentir su unidad. En este caso, hallazgo del encuentro artístico y confianza en el potencial de los actores, no solo se tolera sino que la hace crecer. Allí es donde empieza a aparecer aquello que es más y mejor que lo que uno cree cuando escribe o cuando lee.

Hacia el final la acción y la obra dependen del efecto sonoro, y ese efecto no funcionó en el Hall del Espacio Nuestros Hijos. Sin embargo, de lo poco que se escuchaba queda algo en el aire, que me parece otro hallazgo: la presencia parodiada del género de espionaje y acción.

El trabajo realizado hasta el momento es detallado, delicado (preciso e inefable). Y creo que es porque la premisa de Diego pega bien: descubrir y potenciar el juego escénico que requiere, de tan solo dos actores, una obra con 5 ó 6 personajes -en acción muchas veces simulánea-, dos espacios paralelos, varios tiempos implicados, dos idiomas, y diversas identidades.

A mí me llena de intriga esa obra. ¿Cuándo se estrena?

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