viernes, 9 de agosto de 2013

Sobre FAUNA, de Romina Paula



El domingo fui a ver FAUNA, de Romina Paula, a Espacio Callejón (Humahuaca 3759, 4862-1167). Sábados 22 hs, Domingos 17 y 19.30 hs 

Paratexto en la oscuridad
Los espectadores se reúnen y se dispersan en el entrañable (tal vez ya un poquitín mítico) pasillo  antesala del Espacio Callejón, a la espera de que se abran las puertas, en ese rito recurrente de nuestro teatro de pequeño formato: en minutos más, “damos sala”. Se abren las puertas. El público ingresa, todo junto, a la plateas. 

La iluminación es tenue, apenas baña las butacas en las que hay que acomodarse con cuidado. Recibimos un hermoso programa: perfil de caballo blanco, título, ficha técnica y, al dorso, un poema. Impreso en negro sobre blanco, se lo percibe apenas por su disposición gráfica, en cuerpo diez u once; en la delicada penumbra de tres o cuatro minutos previa a  la obra, es imposible de leer. 

Me pregunto sobre el programa de mano. La defensa y, en cierto sentido, la advertencia sobre la presencia de “poesía” en una obra era sostenida por Luis Cano, recuerdo haberlo hablado con él, repartiendo los programas en el patio-antesala de NoAvestruz durante los quince minutos de espera para el ingreso. No puede no ser parte de la puesta hacer esperar al espectador con un papel en mano que dice “escribo música para sonidos y para voces, partituras todavía sin orquestar esperando la colaboración de los demás” -Aviones enterrados en la playa (para leer la reseña, click aquí)-. Dirige el que toma las decisiones, aunque sea un director tácito. Claramente significativo al ingresar a Fauna, el poema que luego sabremos que versa sobre la muerte, que luego sabremos que es una traducción española de un poema de Rilke, que luego se nos dirá que Fauna amaba, que de inmediato escucharemos de boca de Pilar Gamboa -extrañamente solemne sobre silla de montar-, es dado al espectador para que (todavía) no pueda leerlo. Esta es la palabra escrita, pero en la oscuridad. 

Síntesis Argumental
Una actriz dice haberse fascinado con la aparición de una mujer a caballo durante una tormenta litoraleña y acomete la tarea de realizar una película sobre su vida. Pero de esa vida sólo queda el eco roto de un mito familiar, el relato contradictorio de los deudos, dos caballos muertos, y la voluntad de representar. 

Cine, biografía y teatro
Más acá del recurrente tópico de la vida “real” y su presentación en el teatro, que alimentó excelentes y también fallidos biodramas y antibióticos en la cartelera porteña durante la última década y media, está la perdurable relación de la biografía –ese género de la narrativa, tangente con el periodismo, que intenta desarrollar y condensar en forma de relato el recorrido de una vida- con la actuación. No se trata de representar un personaje que según se cuenta fue persona, sino de narrar su vida: contar su historia. Y para contar una historia a través de la actuación, para desplegarla en su inmensa y minúscula complejidad, qué mejor que el cine: ese pariente cercano (e incestuoso amante) de la narrativa. 

Desmenucemos. 

La narrativa puede desplegar el enorme escenario de una batalla y recluirse a la serena introspección de un mundo interior: tiene narrador, puede ser omnisciente, tiene espacios ilimitados, tiene todo el tiempo del mundo y el tiempo todo entero, y tiene la capacidad de hacer de la consciencia una voz. Se comunica directamente con el lector, no es encarnada por un cuerpo y, por lo tanto, toma el cuerpo del lector desde su interior. La narrativa, la mejor y más antigua de las artes de la representación, lo tiene casi todo. Madre de leyendas, mitos e historias personales, el mito, la leyenda y la historia son, en realidad, narrativa. La biografía también. Y el cine, que gracias al montaje puede hacer del tiempo una modo de narrar, y que gracias a la ausencia de cuerpos reales puede tener introspección, es casi tan apto como la novela para la biografía: gran secuencia de historias enlazadas por un personaje central que es varios, variando sus tiempos a lo largo del tiempo. La lista que va desde Gandhi, Frida, Ray (filmes basados en personajes históricos), hasta un mito biográfico sólo cinematográfico como Citizen Kane, o incluso la increíble biografía inversa de Bejamin Button es infinita. No así la lista teatral de biografías representadas. 

Puntualidad aristotélica
El teatro elige, en contundente mayoría, el momento significativo. El teatro es un breve período, tanto real como representado. Y nada más. Desde aquella antigua unidad clásica que no superaba una jornada hasta el tiempo “real” de una hora y media en la que todo lo que hay que narrar está a la vista, el teatro es una continuidad. El teatro, además, es metonímico; representa por contigüidad: evoca las imágenes que se formulan en la poderosa mente del espectador y no ante sus ojos. El teatro trae otros tiempos y otros espacios a través del breve cuerpo en este breve espacio de representación que tiene una condición necesaria y única que lo distingue del cine y la narrativa: es aquí y ahora, conjuntamente con quien viene a vernos. Es en vivo. 

Cuerpo e historia
Dado el cuerpo en vivo en el escenario, y su pura exterioridad, el actor no tiene voz interior y el teatro no tiene montaje. El tiempo transcurre, no puede saltar, no puede plegarse. Los corazones, los músculos en escena  –diría Bartís- son continuos y exteriores. Es eso que está ahí. Y a través de ello, representa. Consciente y poco apta para la biografía, Fauna, de Romina Paula, toma la biografía como tema. Y para poder desplegarlo, en lugar de recurrir al remanido recurso del escritor, propone un momento, muy bien elegido y logrado, en la pre-producción de una película: el momento (los breves momentos) en los que un director, una actriz y unos testigos intentan enhebrar las primeras líneas de la madeja de una película sobre la vida de alguien. 

Hecha de un puñado de momentos y recuerdos dispersos, la obra de Paula recorre todos los tópicos de la indagación biográfica: está el mito como punto de partida (imagen mítica y reconocimiento, en el relato de los otros, de que detrás de una imagen hay otros relatos de gran significación). Está el testimonio: lo visto, lo vivido, lo recordado. Están la negación, la contradicción, las fuentes literarias desaparecidas; están esos cuadernos terapéuticos, una suerte de diario personal perdido, sobre el cual se da fe y se la niega. Está la ausencia.

En busca de la representación: se encuentra y se pierde
El principal procedimiento de la obra es metateatral; la escena en primer plano de la búsqueda de acuerdos y reconstrucción de hechos se yuxtapone con distintos niveles de representación del guión que se busca construir, actuado por la actriz, o desplazado hacia el director, o hacia los testigos, que pasan a ser/representar personajes. Funciona y se espera que funcione. Pero la mayor eficacia del espectáculo, paradójicamente, se da cuando la obra abandona el juego de indagación e intercambio niveles y permite la irrupción de explosiones emocionales, o cuando finalmente lleva el juego de planos al límite indeciso donde, en el tercio final de la representación, ya no quedan diferencias entre quién es quién y quién representa. En los extensos intervalos entre estos estallidos y la apuesta final el tiempo se extiende y en él se alojan relatos, se prueban recursos, se desplazan los personajes.  El ingenio del diálogo mantiene por momentos la atención del espectador en cierto estado de alerta, aunque no de expectativa. Bello, bien iluminado, orgánico, el mecanismo de narrar en segundo plano gana la partida y deja un sabor de no-estar, no-ser, no-devenir, en los personajes locales -Santos y María Luisa-; tremendos actores para personajes detenidos. 

Tradiciones
Están muy bien trabajadas ciertas tradiciones genéricas. Todo el esfuerzo puesto en aquello que no pertenece al mito central (la amazona intelectual, poeta, a caballo), sino al de la jovencita abandonada que sufre amnesia, es un irónico homenaje al melodrama, que incluye variaciones actorales, sexuales y estilísticas. El único episodio de la vida de Fauna que llega a representarse tiene alma de culebrón y cuerpo intercambiable. 

Bonus track: Traiciones y traducciones
¿Qué es un poema traducido a otro idioma? ¿Qué es un poema traducido a otro idioma recitado por una actriz que intenta representar a una persona real? ¿Qué es un poema recitado en otro idioma por una actriz que actúa de una actriz que intenta representar a una persona real? ¿Qué es una persona real? ¿Cuándo? ¿Dónde?

El poema sugiere que la muerte es real, la vida es actuación.
Mi reino por un caballo.

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