martes, 2 de septiembre de 2008

Sobre LOTE 77, de Marcelo Mininno


El jueves fui a ver LOTE 77, de Marcelo Mininno, al Teatro del Abasto.


Varones en el baño
Dentro de los muchos aspectos de interés de esta obra de Marcelo Mininno, protagonizada por Andrés D’Adamo, Lautaro Delgado y Rodrigo González Garillo, el más evidente es el temático. “¿Cómo un hombre construye un varón?”, pregunta el programa de mano. Me atrevería a decir que durante las centurias precedentes una pregunta como tal estaría relegada casi exclusivamente al campo de la antropología. Bastaría con señalar que la construcción de un varón tuvo siempre una ajustada y expresiva síntesis en el rito de pasaje de la niñez a la adultez que cada cultura prescribe para sus hombres. Desde el rito más icónico, como matar el león, arrancarse un diente, pasar la prueba del fuego, hasta el más simbólico, como los pantalones largos, el bar-mitzvá o las llaves del auto, todos tienen en común la idea de una habilitación personal, pública: tal niño es, por esta instancia y a la vista de todos, un varón hecho y derecho entre nuestros varones. Su “construcción” fue delegada a las instituciones primarias que lo criaron y lo entregan al mundo (adulto), con las reglas claras y las identidades firmes.

En las últimas décadas, sin embargo, la firmeza de esas reglas de identidad masculina, como todos sabemos, entró en crisis y permitió el afloramiento y la visibilidad de sus fisuras –o bien de la parte oscura, no resuelta de esa exterioridad que se expresaba y se pretendía absolutamente “yang” en los varones–. La adolescencia, esa extensión dramática y crítica del pasaje del niño al adulto, por lo demás, se volvió temática, y proliferaron en el cine, el teatro y la literatura las violencias, los dolores y la indefinición de este período expansivo. El pasaje devino, literalmente, “construcción”.

LOTE 77 no es una obra sobre la adolescencia, sin embargo. No tiene personajes adolescentes que luchan, penan, aman, se violentan. Pero sí es una obra sobre la construcción cultural del varón que, como veremos, puede ser indagada en el secreto espesor del más mínimo de los gestos. Y en eso, creo, reside su particularidad.

Síntesis argumental
Tres hombres se cruzan un instante en un baño público. A medida que se revisan las versiones del pasado que los condujeron –forzosa o arbitrariamente– a esta encrucijada, la máscara exterior de los personajes va develando la frágil humanidad que intenta proteger.

Tema “la vaca”
LOTE 77 debe su nombre a la jerga de la crianza, selección y faena del ganado bovino: es el lote del remate en el mercado de hacienda. Pero no se trata sólo de la asociación a una de las actividades más tradicionales (en términos del ser nacional, del ser argentino), más tradicionalmente masculinas (el macho y la carne), e incluso más tradicionalmente literarias (desde El Matadero de Echeverría y la atroz sangre de la faena), sino también de un procedimiento escénico: el baño público es, escénicamente primero y temáticamente después, un corral del mercado, con sus tranqueras, sus bebederos, sus fardos. De esta muy bien lograda superposición espacial y temática la obra explota y multiplica lo más interesante de sus sentidos.

El espesor de lo mínimo
Un tercer aspecto destacable, a mi juicio, es la puesta en escena de aquello que subyace y sostiene el gesto incidental, banal, mínimo. El gesto significativo, si se quiere, es aquel que no se piensa, porque condensa en su espontaneidad lo que uno mismo no ve ni pretende expresar.

El problema escénico de lo banal es, no obstante, su misma banalidad, su insignificancia. Entrar al baño, ir al mingitorio, mirar un instante para atrás. Mear, abrir la canilla, cerrar. Salir. Y es justamente a partir (y digo “a partir” y no “con” o “en”) estos gestos la obra construye lo que significa e interesa. A partir de estos gestos regresa en la historia “personal”, construyendo personaje, o bien –en el aspecto más logrado de la obra– se torna “expresionista”, como en la escena de la exhibición corporal estilo físico-culturista con textos de cortes de carne y faena.

La actuación y la cadencia

El complejo sistema escénico, que integra una y otra vez distintos aspectos de una misma situación puntual en un espacio que es a la vez otro, es lo suficientemente estimulante como para que la atención no decaiga. No obstante, la actuación está determinada, excepto en ciertos –notables– pasajes, por una cierta cadencia neutra, explicativa/descriptiva, quizás necesaria para darle al espectador la señal de que hay que distanciarse y apreciar el conjunto, pero abusiva si se combina con un texto que es necesariamente reiterativo en sus imágenes.

La inteligencia
Y sin embargo, la inteligencia prima. Es lo mejor, para mí. El dramaturgo y director Marcelo Mininno toma literalmente el tópico de la composición escolar (el “tema la vaca”) y deja su marca, como en una faena del pensamiento y la develación.

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