El retorno de Espalter
Muchos años atrás, cuando mi abuela se quedaba a cuidarnos algún sábado a la noche, solía prender la tele y ver un programa de humor de unos uruguayos muy graciosos -probablemente Telecataplum o Hiperhumor-. Y a pesar de la reiteración, porque lo que yo recuerdo es un compendio de varios programas, todos superpuestos en la misma situación, mi abuela se descostillaba de risa y me hacía descostillar a mí. El "sketch" más esperado era el de una especie de clase de buenos modales en la mesa en la que un actor pelado -cuyo nombre, lamentablemente, se me esfumó esta mañana- le enseñaba al inefable Ricardo Espalter normas de conducta que, por supuesto, el aprendiz era incapaz de asimilar. Espalter era un maestro de lo que yo llamaría "la escucha espantada": no era tanto lo que hacía o decía sino lo que no hacía y no decía y sin embargo, implacablemente, dejaba traslucir lo que lo hacía desopilante. Los modales en la mesa, por supuesto, represenaban para él todo lo amanerado y afeminado de la "alta" cultura y, más cercanamente, todo lo homofóbicamente "peligroso". Este peligro lo espantaba, y era gracioso. Muy gracioso.
Para mi sorpresa (y diversión y gratitud), la composición de Guillermo Arengo en la escena inicial de SUCIO, en dupla con Juan Minujín, me hizo revivir con una exactitud notable aquella "escucha espantada". Fue un "Ricardo Espalter, el retorno". Un homenaje. En una especie de sótano de lavandería estilo lave-rap pero "hágalo usted mismo", mientras encienden y esperan los ciclos de lavado-secado, un Juan Minujín en slip le cuenta sin mayor escándalo y sin ningún amaneramiento (por el contrario, con abundancia de gesticulaciones típicamente masculinas: acomodarse cada tanto los testículos, sacarse el slip deslizado entre las nalgas, rascarse, olerse las axilas, etc) una supuesta película de "reclutamiento de marines" americanos que resulta ser, como si nada, como si el relator no se diera cuenta, un convencional porno gay. Horror quieto de Arengo, tensión espalteriana...
Para aquellos que lo recuerden: "El que nace para pito, nunca llegará a corneta".
Algunas impresiones de la obra
Anoche fuimos a ver SUCIO a El Cubo. Temporada 2008. La obra está muy, muy aceitada. Veloz. Mientras hacíamos la fila para entrar, a las 23 hs, el mismísimo Arengo se bajó de un taxi casi corriendo y entró (cinco minutos antes que nosotros). Nota de color.
Cada uno hace lo suyo, hace lo que sabe hacer, juega al juego que más le gusta, y todo sale bien. Casella canta y baila y nunca, a pesar del efecto reiterado, deja de ser sorprendente y eficaz. La insistencia prolonga la obra, y puede llegar a distraer, porque todo está dos veces: el juego sexual en el catre y contra las paredes, al principio, y con el oso de peluche hacia el final. La canción al teléfono al principio, y el increíble "cover" de Witney Houston al promediar. Y sin embargo, del mismo modo podría decir: se agradece que lo bueno retorne, como Espalter desde el cielo, mi infancia y la abuela, y El Descueve por detrás. MB.
Hace pocos años vi al notable Arengo bailar música electrónica en un loop (una cinta "sinfín") al principio de ElectraShock. El mismo Muscari, su director, decía algo al respecto en el programa de mano: que además de ser uno de sus actores favoritos de siempre, lo había llamado también para que bailara electrónica sin parar. Lo bien que hizo. La gente que no "lo tenía" a Arengo bailando, deliró.
Y Minujín. El experto en el monólogo de interlocutor ausente o mudo (en la entrada sobre Lautaro Vilo y Szuchmacher hablé de esa técnica). Tres momentos notables, en orden ascendente (cada uno, mejor que el otro): el contestador automático con su "ex" ("quiero volver"), el relato "como si nada" de los marines-porno, y el discurso de "lo macho", a los gritos, por teléfono con su papá. Notable (si no la vieron, vayan).
Lo masculino y Godot
"SUCIO" es una obra de variaciones sobre tópicos de varones, sin pretensión de abarcar Todo Sobre El Varón, o algo así, y ni siquiera es sobre "lo macho", o "lo varonil", sino lo masculino. Si algo de diferente aporta a un tópico poco recorrido, me parece que es su discurso sobre la debilidad. SUCIO se asoma, refleja, reflexiona, sobre las zonas de quiebre, de temor, de pequeñez, de soledad y, sobre todo, de DEBILIDAD de lo masculino, como una paradoja. Yo diría, exagerando, que en SUCIO el hombre es un (no el) sexo débil. Y nunca lo es más como cuando se quiere mostrar fuerte. El monólogo de Minujín con su "padre" al teléfono versiona el tópico de "lo macho" hasta el límite: ¿me querés más macho? Mirá. ¿Más macho todavía? Mirá. Y mirá. Y mirá. Y lo va llevando más arriba, y más arriba, y más arriba. Hasta quebrar.
Los tres personajes están solos en la lavandería. No sé por qué, sí sé por qué, del otro lado de la línea telefónica hay un Godot.
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